El dilema de la policía comunitaria de
Guerrero
A sólo una semana de iniciado el año, apareció en diferentes
medios una extraña noticia en torno a una balacera ocurrida en Ayutla entre la
“policía comunitaria” de Guerrero y un grupo de presuntos secuestradores, en el
que resultó muerto un individuo de nombre Cutberto Luna Chávez. Los policías comunitarios habían colocado
retenes en las entradas de Ayutla como respuesta al secuestro del comisario de
Rancho Nuevo, Eusebio Alvarado García, quien había sido levantado en días
anteriores. Según los “policías comunitarios”, Luna Chávez se resistió a la
revisión y agredió a los comunitarios con un arma de fuego por lo que éstos
repelieron el ataque abatiendo al agresor. Entre pedazos de información incompleta
y contradictoria, se supo que el comisario Alvarado García fue liberado poco
después, mientras que los retenes de la policía comunitaria siguieron operando
en búsqueda de los delincuentes. En menos de una semana, ya habían sido
detenidos aproximadamente 40 personas.
Para
quien haya seguido mínimamente el proceso organizativo del Sistema de Seguridad
y Justicia Comunitaria de la Montaña-Costa Chica de Guerrero, los hechos
reportados no dejaban de ser por demás extraños, ya que contrastaban
visiblemente con el modus operandi de
la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias - Policía Comunitaria
(CRAC-PC). Era la primera vez que se reportaban operativos de policías
comunitarios encapuchados con pasamontañas y paliacates, así como toques de
queda y suspensión de actividades escolares.
Tampoco se había conocido de personas abatidas en retenes de la CRAC-PC.
Además, el elocuente discurso en torno al proceso de “reeducación” de los
infractores parecía haber sido sustituido por un mucho menos elaborado y más
reactivo discurso en torno al principio de “ojo
por ojo, diente por diente”.
Días
después se supo que los civiles armados y encapuchados que pusieron los retenes
no eran parte de la estructura de la CRAC-PC. Se habló de un levantamiento
armado espontaneo por parte de los pobladores de Ayutla, quienes hartos de
sufrir los estragos de la delincuencia organizada habrían decidido organizarse
de manera autónoma para defenderse, expresando así en los hechos una profunda crítica
al Estado. ¿Pero es este el caso? ¿Estos operativos realmente son manifestación
de una verdadera voluntad de autodefensa popular con arraigo profundo en las
comunidades de la Costa Chica, como sugieren muchas de las reacciones
mediáticas que se han suscitado en los últimos días? ¿Significa esto que está
propagándose el ejemplo de la CRAC-PC en la región, fortaleciendo así este
proceso comunitario?
Si se trata
efectivamente de un proceso popular, no puede más que llamar la atención que el
gobernador Aguirre Rivero, lejos de responder como ha hecho con otros
movimientos populares en Guerrero (con actos represivos y calumnias), reconoció
la labor de los “comunitarios”[1]
y se dispuso inmediatamente a entregar despensas a las comunidades en cuestión[2],
además de declarar públicamente su intención de apoyarlos con uniformes,
radios, e incluso con salarios[3].
No quiere decir esto que deba desestimarse una respuesta favorable del gobierno
a los movimientos sociales. Sin embargo,
no se necesita ser muy perspicaz para sospechar de un trato diferencial frente
a un contexto de represión generalizada. Después de todos los obstáculos por
los que ha tenido que pasar la CRAC-PC durante más de diecisiete años, y aun
así no ser todavía plenamente reconocida; después de las constantes agresiones
gubernamentales a la estructura comunitaria que han resultado en órdenes de
aprehensión y detenciones arbitrarias contra policías y coordinadores
comunitarios; después de que el gobernador tardó más de un año para conceder
una audiencia a la CRAC-PC, y cuyos acuerdos fueron completamente incumplidos,
¿cómo no ha de resultar extraño que en menos de cinco días de haberse instalado
los retenes civiles en Ayutla, el gobernador no sólo visitó a los civiles
alzados[4]
sino que parece haberse convertido en ferviente admirador y defensor de las
maravillas de la seguridad comunitaria? ¿Cómo no ha de ser también extraño que
mientras la CRAC-PC ha sido en gran parte invisibilizada por los grandes medios
de comunicación, Joaquín López Doriga concediera un espacio en su noticiero para
hablar de cómo los pobladores de la región apoyan a la “policía comunitaria” de
Ayutla? ¿Será que el “alzamiento popular” no es realmente tan “popular” como se
ha afirmado?
El 7 de enero, el
consejero de la CRAC-PC de Ayutla, Arturo Campos, declaró que quienes están
detrás de los operativos son miembros de la UPOEG. Dijo que se trata
efectivamente de pobladores “de algunas comunidades del municipio de Ayutla,
pero que no pertenecen a la CRAC, y otros que provienen de poblados del
municipio vecino de Tecoanapa, dirigidos por Bruno Plácido Valerio, dirigente
de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG)”[5].
Como se recordará, el 25 de noviembre en el contexto del 17 aniversario de la
CRAC-PC, se hizo pública la incorporación de 27 comunidades de Ayutla a la
estructura comunitaria. Sin embargo, un mes después, el 22 de diciembre, en una
asamblea en la comunidad de la Concordia se incorporaron oficialmente
únicamente 23 de estas comunidades, formando así la CRAC-PC de Ayutla, cuya
Casa de Justicia se instaló en la comunidad mixteca de “El Paraíso”. En esa ocasión los medios reportaron una
ruptura al interior de la policía comunitaria de Ayutla, ya que las cuatro
comunidades que no fueron ratificadas habían formado su propia estructura de
seguridad bajo la dirección de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado
de Guerrero (UPOEG).
Dicha ruptura parece
responder a dos visiones diferentes en cuanto a la relación que deben tener las
comunidades y sus estructuras comunitarias con el Estado. La UPOEG se ha
caracterizado por promover una relación más cercana a las instituciones del
Estado, mientras que la CRAC-PC ha mantenido, al menos discursivamente, un
claro distanciamiento con el gobierno. Vale la pena mencionar que mientras la
CRAC-PC ha hecho explícito dicho distanciamiento con el Estado, el principal dirigente
de la UPOEG, Bruno Plácido Valerio buscó incluso una diputación federal por la
vía plurinominal en las pasadas elecciones, la cual por cierto fue ignorada por
las cúpulas del PRD, quienes decidieron llenar su lista plurinominal de
militantes perredistas cercanos a la corriente de Nueva Izquierda (“los
Chuchos”). La UPOEG ha expresado
públicamente su aprobación a la participación de las instituciones de seguridad
oficiales en actividades de coordinación con la policía comunitaria. Como
ejemplo, baste ver las acciones de esta organización en los días inmediatamente
posteriores a la implementación de los retenes civiles, cuando Plácido Valerio se
reunió con diferentes instancias del gobierno del estado[6],
incluyendo el gobernador Ángel Aguirre y el secretario de Gobierno, Humberto
Salgado Gómez, para negociar la participación de la policía estatal en los
operativos, aunque después, el mismo Plácido denunció que la policía estatal “sólo
tiene interés por los presuntos delincuentes detenidos desde que se instalaron
los retenes, por lo que advirtió que podrían romper el diálogo que acordaron
con el gobierno estatal”[7].
A
juzgar por la facilidad con la que los dirigentes de la UPOEG han logrado
dialogar con el Estado, parece ser que el gobierno de Ángel Aguirre le ha
otorgado a este organismo el papel de interlocutor conveniente, ya que puede
así erigirse como defensor de las causas sociales, haciendo alarde de su
voluntad para escuchar a los movimientos sociales. Por su parte, la UPOEG y su dirigente Plácido
Valerio, parecen complacidos
ostentándose como voceros de los pueblos armados de Ayutla. Por supuesto, no se
puede menospreciar el hecho de que los habitantes de las comunidades de la
región, efectivamente están cansados de la inseguridad y de la negligencia del
Estado, el cual no ha podido garantizar la seguridad de la población. Las
causas profundas que dan pie a que las comunidades construyan policías
comunitarias son realmente legítimas. Es loable el coraje de los campesinos,
indígenas y demás pobladores que llevados al punto de hartazgo, participan en
procesos de auto-organización en materia de seguridad y autodefensa. Sin
embargo, los operativos de los últimos días son cuestionables no sólo por la
manera en que quienes aparecen al frente han coqueteado de manera peligrosa con
el Estado, sino porque incluso su accionar ha dejado serias dudas con respecto
a su apego a los principios sociales y humanitarios que han caracterizado la
impartición de justicia comunitaria.
En un artículo
publicado el 10 de enero de 2013 en el periódico La Noticia, Arnulfo García
Mendoza, abogado de los familiares de Cutberto Luna Sánchez (quien fuera
abatido por los civiles encapuchados) denunció los abusos en los que están
incurriendo los civiles armados de Ayutla, ya que según lo que reporta dicho
periódico, Luna Sánchez de oficio taxista no iba armado y nunca agredió a los
“comunitarios”, sino que fue abatido “por la espalda y que el taxista fue
rematado por miembros de la comunitaria con 2 balazos de escopeta en la
cabeza”. Además afirmó que “quien iba al
mando de ese grupo (que) le dio muerte al taxista, es el ‘comandante’ Ernesto
Gallardo Grande, originario del Mezón, municipio de Tecoanapa, quien ya lo había detenido de manera arbitraria el
pasado 9 de diciembre en la Población de Tutepec, cuando había acudido en su
auto taxi a comprar un becerro para los
quince años de una de sus sobrinas”[8].
Cabe destacar que Valentín Hernández, asesor jurídico de la CRAC-PC acusó en
diciembre de 2012 a Gallardo Grande, miembro de la UPOEG, de “autonombrarse
comandante estatal durante los trabajos preparatorios de la incorporación de
los pueblos mixtecos, y desde esa trinchera crear un grupo adversario de
policías comunitarios”, además de afirmar que éste “desarrolló trabajo en
comunidades con principios distintos al reglamento de la Coordinadora como
comandante estatal, cargo que no existe en el reglamento de la Policía
Comunitaria” [9].
En aquella ocasión,
Arturo Campos, quien fuera elegido el 22 de diciembre de 2012 consejero de la
CRAC-PC en Ayutla, “acusó a los miembros de la UPOEG de servir al gobierno y de
infiltrarse entre la CRAC para dividirla”, aunque días después, Bruno Plácido
negó las acusaciones, diciendo que la UPOEG no tiene intención de dividir a las
comunidades: “nos veríamos muy mal si dividiéramos a nuestras comunidades,
nuestro papel no es confrontar, ni dividir, es conjuntar. No somos un grupo de
choque”[10].
No obstante, a la luz de los recientes acontecimientos, la UPOEG y la CRAC-PC han
ventilado sus diferencias[11].
Como se puede ver, resulta
cada vez más evidente que hay dos proyectos diferentes en cuanto a los procesos
comunitarios de procuración de justicia en la Costa Chica de Guerrero. Por un
lado está el de la UPOEG, cuya postura política es de negociación y
conciliación con el Estado, y cuyos militantes además han demostrado en los
hechos que su acción no sólo no se apega a los principios de justicia
comunitaria que han sido motivo de orgullo para los pueblos de la región, sino
que además parecen actuar a partir de códigos simbólicos no muy diferentes de
los que caracterizan el habitus de la delincuencia organizada, lo cual se hace
evidente en las afirmaciones de los “comunitarios” de la UPOEG: “por cada uno
que levanten, vamos por 10 de ellos”[12],
“ojo por ojo”[13], o “el que la deba que la
pague”[14].
Este proyecto, dicho sea de paso, es el
que cuenta con el visto bueno del Estado, e incluso está por ser regulado bajo
el esquema hegemónico de procuración de justicia[15].
Por otro lado, lejos
del principio de “el que la deba que la pague”, está el ya histórico proyecto
de seguridad y justicia comunitaria que representa la CRAC-PC, el cual
explícitamente busca ser un sistema no punitivo, cuyo interés no es el
“castigo” a los infractores, sino la reeducación de quienes cometen
infracciones. Este proyecto, que ha tenido que recorrer un largo y difícil camino
en su búsqueda de justicia y bienestar, no sólo se ha centrado en el tema de la
seguridad, sino que además ha ido construyendo un sistema bien estructurado de
impartición alternativa de justicia, y de construcción de comunidad incluso en
temas como la salud, la educación, la comunicación, y recientemente, la defensa
del territorio frente a las mineras transnacionales.
No obstante, aunque las
dos posturas se han ido aclarando en los últimos meses, la misma CRAC-PC está
lejos de ser un proyecto homogéneo, exento de disensos y contradicciones, ya
que al interior de esta se disputan posturas políticas muy diversas. Hay que tomar en cuenta que actualmente el
mismo Bruno Plácido es también consejero de la CRAC-PC. Debido a la naturaleza
misma de este proyecto no existe un solo actor político que controle todo el
proceso. Por el contrario, el sistema comunitario es verdaderamente
heterogéneo; está ligado a procesos realmente populares, por lo que pueden
encontrarse tanto grupos que defienden intensamente su autonomía, como otros que
quieren abrir la puerta a la influencia gubernamental; hay algunos grupos cercanos
al Congreso Nacional Indígena, otros no tan cercanos; hay algunos más
politizados que otros; otros que luchan abnegadamente por su pueblo, y otros
más que sólo buscan intereses personales.
Tomando en cuenta el
comunicado oficial de la CRAC-PC, firmado por dieciséis coordinadores, fechado
el 13 de enero de 2013, en donde se deslindan de la UPOEG y denuncian “la
postura engañosa y de mala fe” con que esta organización se ha manejado y
aclaran que el modo en que se han conducido los “comunitarios” de la UPOEG “no
es propio de nuestra forma de actuar”, parece ser que la postura mayoritaria al
interior de la CRAC-PC es la de mantenerse independientes y autónomos. En ese mismo comunicado, la CRAC-PC denuncia
“el afán de los dirigentes de la UPOEG
de hacerse de los principales cargos en la CRAC para encaminar el
trabajo de nuestra institución comunitaria hacia los intereses del Gobierno del
Estado”[16].
Si bien este tajante
deslinde hace ver que la balanza, al interior de la CRAC-PC, está inclinada
hacia la defensa de la independencia y la autonomía del proceso, así como hacia
la clara denuncia de los “intereses del Gobierno del Estado”, también es cierto
que el peligro está latente, ya que los grupos que buscan llevar a la CRAC-PC
hacia una creciente coordinación con el gobierno siguen dando la lucha. Un
eventual acercamiento al Estado y la subsecuente aceptación de sus
instituciones de impartición de justicia oficiales serían mortales para el
proceso. No se puede olvidar que el proyecto de la policía comunitaria no es,
como han querido ver algunos, una mera desconcentración administrativa de las
tareas de impartición de seguridad y justicia, cuya existencia aligera las
responsabilidades de la administración pública, descargándolas en una nueva
escala de gobierno “comunitario”. La fuerza del proyecto comunitario, de la
CRAC-PC, estriba precisamente en que esta representa un proyecto alternativo,
algo diferente al Estado, una alternativa posible frente a la actual crisis del
poder; se trata precisamente de un ejercicio de poder no heterónomo cimentado
en principios fundamentalmente opuestos a los del Estado. Lo que ha permitido a
la CRAC-PC sobrevivir y fortalecerse por diecisiete años es precisamente la
manera en que han reconstruido desde el fondo el concepto mismo de justicia,
pasando de un esquema punitivo a un esquema de reeducación y reparación,
construyendo en los hechos una utopía realizable.
El rumbo que tome hoy
el proceso comunitario es determinante, pues lo que hoy está en juego no es
solamente el interés de uno o dos grupos políticos regionales. Lo que está en juego es mucho más profundo,
pues se trata precisamente de uno de los territorios más codiciados por las
mineras transnacionales, para las cuales la CRAC-PC es el principal obstáculo
que impide la explotación desmedida de los recursos. Siendo tan grandes los intereses que se
juegan, es evidente que el Estado hará lo posible por destruir, cooptar o
desestabilizar de cualquier manera el proceso comunitario, incluyendo el
favorecer grupos políticos de posturas no radicales, proclives a la cooptación,
dentro y fuera de la CRAC-PC, buscando así reducir la fuerza y la cohesión del
sistema comunitario. El gran dilema de la policía comunitaria es actualmente el
punto de bifurcación entre dos opciones cada vez más claras: o se mantiene y
profundiza la autonomía de la CRAC-PC, marcando visiblemente su carácter
popular y su diferencia esencial con el Estado, fortaleciendo su capacidad de
resistencia; o se olvida de las razones profundas que le dieron origen y
comienza a coquetear con el Estado, abriendo paso a la injerencia gubernamental
en territorio comunitario, domesticando la resistencia y destruyendo así la
utopía posible de un proyecto verdaderamente diferente, popular y emancipador.
[1] http://www.despertardelsur.com/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=44596:ofrece-angel-aguirre-depurar-el-cuerpo-policiaco-de-ayutla&catid=16:8-columnas-portada&Itemid=25
[2] http://www.proceso.com.mx/?p=330675
[3] http://www.despertardelsur.com/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=44596:ofrece-angel-aguirre-depurar-el-cuerpo-policiaco-de-ayutla&catid=16:8-columnas-portada&Itemid=25
[4] http://periodicodigital.com.mx/notas/aguirre_visita_comunidades_armadas_de_costa_chica#.UPdJFvLg-5I
[5] http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2013/01/08/index.php?section=sociedad&article=002n1soc
[6]http://www.diariodeiguala.com/index.php?option=com_content&view=article&id=4504:se-reunen-diputados-con-integrantes-de-la-upueg&catid=20:regiones&Itemid=71
[7] http://www.jornada.unam.mx/2013/01/13/politica/003n1pol
[8] http://www.lanoticiaguerrero.com/?p=3532
[9] http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2012/12/23/index.php?section=sociedad&article=005n1soc
[10] http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2012/12/24/index.php?section=sociedad&article=004n1soc
[11] http://puebla.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/a914402d7da41d1caacdc2d226d5feb0
[12]http://www.vanguardia.com.mx/seequivocaronalmeterseconelpueblodeayutla-1461665.html#.UPcJ0ULnxOk.twitter
[13] http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/a914402d7da41d1caacdc2d22603ba6a
[14]http://tvolucion.esmas.com/noticieros/noticiero-con-joaquin-lopez-doriga/204233/habitantes-guerrero-crean-policia-comunitaria/
[15] http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/7df07da1c27c195b1924d56296f5bd12
[16] http://www.despertardelsur.com/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=44545:se-deslinda-la-crac-de-movilizacionen-ayutla&catid=16:8-columnas-portada&Itemid=25
Lo dicho... Si la "policía comunitaria" de Ayutla no se deslinda del gobierno puede resultar contraproducente. De hecho ya está sucediendo. Tanto que costó la lucha por la desmilitarización, y ahora por negociaciones de la UPOEG, el Estado comienza a tratar de justificar la entrada del Ejército a Ayutla nuevamente:
ResponderEliminarhttp://www.lajornadaguerrero.com.mx/2013/01/20/index.php?section=politica&article=003n1pol
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ResponderEliminarInteresante saber de todos estos acontecimientos que sin duda nos deben de importar.
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