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miércoles, 6 de febrero de 2008

La represión en el 2008

La represión en el 2008


Se puede visualizar para el 2008 un incremento en la represión y en la ola de violaciones a los derechos humanos. A un año del gobierno de Felipe Calderón, el Estado mexicano lejos de ser un Estado débil como muchos habían previsto, cuenta con un aparato coercitivo y fortalecido, con el que busca consolidar las reformas estructurales tan deseadas por los oligarcas mexicanos. Sin embargo, el Estado sabe que estas reformas no son aceptadas por el pueblo y que éste cada vez se organiza más para resistir ante ellas, por lo que la única salida que le queda es imponerlas por la fuerza y evitar la posible articulación entre los movimientos de resistencia. El 2008 inicia con una tendencia hacia el recrudecimiento en la represión, mayor militarización y paramilitarismo, así como la consolidación de las estructuras jurídicas necesarias para legalizar el terrorismo de Estado. El Estado sabe que para poder profundizar las reformas estructurales necesita hacer uso de la mano dura, es decir, de toda su fuerza como lo anunció en su momento Zedillo y hoy lo repite el fascista Felipe Calderón. ¿Pero qué significa esto de la «fuerza del Estado»? ¿Qué pasos se están dando para hacer uso de ella?

El Estado mexicano siempre se ha caracterizado por su brutalidad y empleo de su mano dura en contra de quienes se oponen a sus intereses, siendo éste el primer criminal que viola la ley para torturar, encarcelar y asesinar al pueblo. Sin embargo, hoy se pretende incluso legalizar los actos de terrorismo de Estado, creando un marco jurídico que permita violar las garantías individuales, y facilite la brutalidad de los personeros del Estado. La reforma judicial aprobada por los legisladores mexicanos, permite que las autoridades cateen domicilios o intervengan comunicaciones privadas sin orden judicial, que vuelve constitucional el anticonstitucional arraigo, y fomenta el uso de la tortura como medio para sacar confesiones, entre otras cosas; es una más de las piezas que se están moviendo para criminalizar a los movimientos sociales. A nivel internacional, el Estado se ha alineado a los planes imperialistas de los neofascistas en Washington, llegando incluso a pisotear la soberanía nacional firmando, en secreto y en contra de la voluntad popular, acuerdos que en los hechos representan un sometimiento militar a los Estados Unidos. La Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), es un acuerdo anexionista que permite a los Estados Unidos operar en territorio mexicano y convertirlo en parte del «perímetro de seguridad» del vecino del norte. En los hechos, el ASPAN no ve diferencia alguna entre terroristas y migrantes, utiliza como excusa la seguridad nacional para violentar y criminalizar a los miles de migrantes mexicanos, expulsados de territorio nacional por los efectos devastadores de las reformas estructurales. Este acuerdo, además, contempla un apoyo militar norteamericano por cerca de mil quinientos millones de dólares, el segundo más grande después de Colombia. El Estado mexicano se prepara jurídica y militarmente para librar una guerra en la que el enemigo no está más allá de sus fronteras, una guerra contra el pueblo, contra los movimientos sociales.

Además de estos mecanismos jurídicos que buscan legalizar y facilitar la represión, se están dando otros pasos para combatir al pueblo. El Estado es hoy un aparato que es utilizado por grupos de poder, como el Yunke, adoctrinados para confrontarse en el seno de la sociedad. Así, estos grupos buscan crear las condiciones para imponer su agenda neoconservadora apoyados en el ejército y en el uso de grupos paramilitares, como se ve cada vez más en Chiapas y Guerrero. El gobierno actual se ejerce con un peso mayor de las estructuras militares quienes tienen el poder de facto. Fuera de sus cuarteles, el ejército está en las comunidades, en las carreteras, recabando información de todo tipo, reclutando, cateando, e incluso violando mujeres y asesinando impunemente. Con la presencia de efectivos visibles en todo lugar, se busca acostumbrar a la población a la militarización. Todo esto indica que se prepara una guerra y que enmuchos lugares del país ya es abiertamente librada contra los movimientos populares en lucha.

Esto tiene un efecto desmovilizador en la población. Lo que se busca hoy es, al igual que en el vecino del norte, crear una cultura de miedo, en donde la gente no se organice por temor a ser reprimido. Por otro lado, los aparatos mediáticos complementan este factor de miedo con una campaña de legitimación del creciente militarismo con el pretexto de cuidar nuestra seguridad, y combatir al crimen organizado. Pero lo que no se dice es que para los grandes capitalistas el crimen organizado es el pueblo organizado.

Todo esto nos indica que la represión en el 2008 va en aumento y se intensifica. Esto no significa desarticularse y esconderse detrás del colchón hasta que pase la represión, al contrario exige aun más esfuerzo y movilización. Hoy más que en otros momentos hay que estar atentos a los pasos que den los que están en el poder, y fortalecer los espacios de lucha. Es preciso pasar de la reacción a la lucha proactiva en contra de los planes antipopulares de la oligarquía. Por ejemplo, no basta con buscar más militantes para que marchen en contra de la represión, sino que es necesario que haya cada vez más gente organizada que pueda defenderse de la represión. En otras palabras, no es suficiente crear activistas que vayan a los ritmos del estado, hay que crear pueblo organizado. Para esto es necesario hacer del conocimiento público y explicar de manera accesible, que las reformas actuales constituyen no una afrenta contra un grupo, sino una pérdida de derechos del pueblo. El pueblo y sus organizaciones buscan la forma y el lenguaje apropiado para dialogar entre nosotros como pueblo, para que el movimiento social crezca. También, es necesario tener cuidado con las políticas partidistas y examinar con cuidado la relación entre los movimientos sociales y los partidos políticos, porque las estructuras partidistas que existen hoy en México son estructuras de Estado, son partidos políticos que han decidido estar con el poder, y en los hechos reprimen, arman y entrenan paramilitares, y votan reformas legisltativas en contra del pueblo. Esto no quiere decir que no haya individuos dentro de los partidos políticos que apoyen la lucha popular, pero lo que debe quedar claro es que los partidos, en tanto partidos burgueses, son estructuras del Estado y cumplen una función de cooptar, reprimir y legitimar las leyes antipopulares.

A manera de conclusión, se ve que la represión en el 2008 no puede más que incrementarse. El Estado está consolidando los aparatos judiciales, legislativos, militares, legales y extralegales para golpear al movimiento organizado, para librar una lucha contra el pueblo organizado. Esto exige tener mayor disposición a la lucha, exige entender nuestra realidad y adoptar formas de protegernos ante la represión, así como un esfuerzo mayor para fortalecer al movimiento social