Hoy te volví a encontrar...
No había aun terminado mi viaje nocturno,
cuando ya extinta tu ternura había quedado.
El sueño taciturno de noche andado
me hizo descubrir tu deseo inoportuno.
Sentí una vez más tu cabello,
los destellos de tu cuerpo,
en tu mirada, la amargura,
el vacío de tu abrazo,
y la dulce promesa de una renovada cordura.
Asomaste a la sombra de tu olvidado escondite,
mezcla de absurdo y contundente,
con cimiento de lúdico y pueril.
Te encontré serena, como otras veces,
con el pecho descubierto,
tumulto de fragilidades,
escapando a saltos de tu vestido,
queriendo impresionar al mundo,
con tus gestos de grandeza malograda.
¿Sabes...?
Ya no te encuentro deleznable.
No... tu desvalor se ha tragado mi abyección,
futilidad que raya en lo absurdo,
de la palabra no encontrada...
El mundo cada vez más inhumano,
arde en muerte e ignominia,
y yo en mi pequeña prisión de libertad,
castigo infame de vergüenza y cobardía.
Que mis pensamientos no entren nunca más,
en el recinto de la vanidad,
orgullo lastimado...
y mi cuerpo lleno de vacío,
se derrumbe ante lo trascendente,
que se encadene a una columna de voluntades,
mientras te busco entre escombros de nostalgias...
Libero del olvido a tu recuerdo,
pero ahora, sin temor, lo entrego a la experiencia.
Finalmente escojo libre a quien amar,
y me entrego a un amor tan imperfecto.
uno lleno de defectos,
uno eternamente diferente.
Ahora el momento en que me atreva a soñar...
Será por siempre el camino a la verdad.
Traviesa trampa del deseo,
Oculta en su espléndida imperfección, la libertad.
Hoy con fuego en mi corazón sentencio:
¡Que no se escuchen mis silencios nunca más...
y en su lugar retumbe irreverente la belleza de la verdad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario