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martes, 21 de enero de 2020

Monólogo solipsista

(con fatiga emocional)


Hay días en que lo absurdo se vuelve insostenible.  El aire se torna cada vez más denso y pesa incluso respirar.  Sí… días en que el mundo se esconde avergonzado del dolor que emana de su vientre.  Siglos de historia se caen en pedazos, cuando el compañero milenario declara muerta su herencia.  Vende la majestuosa esencia de su estirpe por pedazos de dinero carcomido.  Hombres con discursos faustos claman libertad mientras pronuncian condenas de ignominia que laceran pueblos enteros. Mujeres disfrazadas de justicieras matan sin piedad lo poco que nos queda de humanidad, enarbolando una efímera y traicionera dignidad. Un niño asesina a su maestra, mientras la máquina industrial empaca en pequeñas cajas de cartón los instrumentos que entrenan a otros niños para matar. Suenan los tambores de la guerra mientras la masa de espectadores aplaude y se burla entre bromas de dolor humano.

¡Ten cuidado! Nada es lo que parece ser en esta trágica comedia que llamamos vida.  No creas lo que ves, ni tampoco veas sólo aquello en lo que crees.  Desconfía del aroma dulce de yerbas que embriagan mientras te secan el alma, pues justo en ese momento, cuando ríes y bailas, algo muere dentro de ti y dentro de mí. No creas verdadero eso que parece acontecer frente a tus ojos; niños que corren en asfalto, intentando alcanzar un pedazo de miseria piadosa revestida de festividad; pies rotos por el castigo obligado de la lucha diaria por la vida, mientras el capital calma su conciencia con juguetes de plástico barato vestidos de historias mágicas de antaño; mujeres acalladas que desaparecen entre hombres sintéticos de rostros bellos y corazones obscuros.

Cuídate de las palabras vacías de amor que hacen pasar por traición al amor verdadero y calumnian la lealtad sublime de quien entrega su corazón.  Intenta reconocer aquellos rostros cercanos que hoy se convierten en espías a sueldo, buscando someter voluntades ajenas, encadenándolas a dogmas gastados de miedo a la libertad.  Así, entre compañeros y amigos que caminan con el ego amenazado, podrás reconocer el engaño verdadero.  De nada valen la nobleza y el amor en este circo sin sentido.  Se humilla el justo y se enaltece el altanero. No queda vestigio de piedad alguna en aquellos que juegan a la vida.  Un error y cambia el mundo todo, hundido en infamia y en deshonra, mientras la mentira y el dolor se declaran triunfantes ante una prolongada ausencia.  Llego al límite de lo absurdo y me cuesta cada vez más trabajo respirar…

Hay días en que nada es lo que creo que es.  Ya no alcanzo a distinguir lo verdadero de lo falso.  Lo que creí justo se derrumba en una condena. Lo que creí verdadero se seca en soledad… mientras tanto, mi pequeño mundo se quema por hectáreas en tanto la posibilidad misma de mi vida se vuelve incierta.  La sola idea de amar en este caos aparece bruta e ingenua. Pero aun en medio de la barbarie humana, intento buscar una voz lejana… sólo para quedar atrapado eternamente en mi monólogo de soledad. Vuelvo a la realidad, fría e inhumana... no hay nada más allá de mi voz. No hay vida, no hay cariño… sólo queda la resignación.

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